jueves, 22 de marzo de 2012

Emotivismo moral según David Hume


En el Apéndice I de su obra “Investigación sobre los principios de la moral”, Hume presenta con claridad las tesis básicas del emotivismo moral y de su crítica al racionalismo moral: comienza planteando el problema: ¿cuáles son los principios generales de la moral?, ¿en qué medida la razón o el sentimiento entran en todas las decisiones de alabanza o censura?, e inmediatamente señala que la razón tiene una aportación notable en la alabanza moral: las cualidades o las acciones que alabamos son aquellas que guardan relación con la utilidad, con las consecuencias beneficiosas que traen consigo para la sociedad y para su poseedor. Señala también que, excepto casos sencillos y claros, es muy difícil dar con las leyes más justas, leyes que respeten los intereses contrapuestos de las personas y las peculiares circunstancias de cada acción. La razón puede ayudarnos a decidir cuáles son las consecuencias útiles o perniciosas de las cualidades y las acciones, y por lo tanto debe tener cierto papel en la experiencia moral. Sin embargo, Hume intentará mostrar que la razón es insuficiente. Los argumentos más importantes que presenta en dicho Apéndice y que parecen avalar al emotivismo moral antes que al racionalismo moral, son:

  • El carácter de mala o buena de una acción o cualidad no es algo que se incluya como un elemento o propiedad real del objeto o cosa que valoramos.
  • El carácter de mala o buena de  una acción o cualidad tampoco es una propiedad de relación.
  • Ni los sentidos ni el razonamiento es capaz de captar el carácter estético de las cosas. Y lo mismo ocurre, dice Hume en la esfera moral.
  • Existen relaciones similares a las que despiertan en nosotros valoraciones morales que sin embargo no tienen influjo en la moralidad.
  • La razón es incapaz de dar fines finales.
Concluye Hume señalando que hay dos esferas en nuestra subjetividad:
  1. La esfera de la razón:
    1. Está a la base del conocimiento del mundo, de la verdad y la falsedad.
    2. Descubre lo que hay.
    3. Nos enseña los medios para alcanzar los fines de nuestras acciones.
    4. Nos muestra las cosas tal y como están realmente en la naturaleza.
    5. No es motivo de la acción.
  2. La esfera del gusto:
    1. Está a la base de la experiencia moral y la estética.
    2. Da el sentimiento de belleza y deformidad, de vicio y de virtud.
    3. No descubre nada nuevo.
    4. En cierto modo crea rasgos en las cosas: “embelleciendo y tiñendo todos los objetos naturales con los colores que toma del sentimiento interno, origina, en cierto modo, una nueva creación”.
    5. Da placer o dolor.
    6. Se convierte en motivo de acción, y en el resorte o impulso para el deseo y la volición.
La moral descansa fundamentalmente en los sentimientos: Hume creerá que hay sentimientos morales, sentimientos que se despiertan en nosotros con ocasión de la percepción de ciertas acciones o cualidades de las personas. El sentimiento moral básico es el que denomina “humanidad”: sentimiento positivo por la felicidad del género humano, y resentimiento por su miseria. Llamamos acciones virtuosas a todas las acciones que despiertan en nosotros dicho sentimiento, y vicios a las que despiertan en nosotros el sentimiento negativo.

Una de las dificultades de este punto de vista es que parece caer en el subjetivismo y relativismo moral. Hume intentó eliminar estas consecuencias subjetivistas o relativistas distinguiendo distintos tipos de sentimientos de agrado y desagrado y estableciendo ciertas condiciones necesarias para que sea correcto identificar el agrado con el sentimiento moral. Consideró también que todos los hombres tienen dichos sentimientos y  que aparecen de la misma manera en todos, puesto que se encuentran en nuestra propia naturaleza.

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